Ventanas abiertas


ventanas abiertosEsta semana compartía con varios jóvenes cómo la integridad de Daniel en su relación con Dios afectaba todo lo que él hacía.

Les refería a grandes rasgos su biografía: Daniel, de la tribu de Judá, fue llevado cautivo por el rey Nabucodonosor a Babilonia. Allí fue instruido durante tres años por los eunucos para aprender las costumbres de la Corte. Desde entonces, sirvió a los distintos reyes que iban ocupando el trono.

En el texto que nos ocupa, Daniel ha sido puesto como consejero principal del rey Darío. Bajo su mando, había 120 sabios y gobernadores que …Buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.

¿Imaginas que más de 120 personas intentan encontrar en ti un solo fallo o vicio con el que puedan acusarte de algo? ¿Lo encontrarían? En Daniel no lo encontraron. Esto me habla de cuánto debo cuidar mi relación con Dios.

Desde el principio, Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la comida del rey, y Dios le recompensó. Daniel brilló allí donde estuvo. Sin embargo, el hecho de brillar y lograr una posición privilegiada no le libró de correr serios peligros y enfrentar duras pruebas.

Estos sátrapas y gobernadores hicieron firmar al rey Darío un edicto por el que durante 30 días no se podría adorar a otro dios distinto del rey. Dice la Biblia que “…Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. (Daniel 6:10)

La ley por la que Daniel se regía era una Ley superior a la de Babilonia. Daniel tenía claro a quién servía y por quién estaba dispuesto a morir. Daniel no modificó su rutina, no cambió su relación con Dios por el hecho de que una pena de muerte estuviera sobre su cabeza. Más bien “abrió las ventanas que daban hacia Jerusalén”.

Me pregunto si, en medio de las pruebas: ¿mis ventanas dan a la Jerusalén celestial? ¿Sigo orando tres veces al día, mañana, tarde y noche? ¿Sigo dando gracias a Dios como siempre?

La Babilonia en la que vivió Daniel no está tan lejos de nosotros. Apocalipsis 17:5-6 menciona una Babilonia que se erigirá como “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra“.  Esta Babilonia se nos presenta también”ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús”.

El rey Darío no pudo evitar que Daniel fuera condenado. Sin embargo, Dios, una vez más, libró a Daniel de la muerte cerrando la boca de los leones.

¿Jerusalén o Babilonia? ¿Con cuál te quedas?

Quiero depender cada día más de Dios. Quiero ser íntegro. Quiero, en medio de la prueba, abrir las ventanas y mirar la Jerusalén Celestial. No quiero formar parte de Babilonia.

[note note_color=”#fef0b4″]Este artículo fue una colaboración de Fran Sanchez.
Profesor de lengua en secundaria. Me apasiona aprender y enseñar. La Biblia es mi manual de instrucciones. Aprendo mientras sirvo y sirvo enseñando. » Sígueme en El blog de Francisco Sanchez o en Twitter @elblogdefran.[/note]







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