¡Yo soy de mi amado, y él me desea con ardor!
(Cantares 7:10)
¿Hay algo mejor que sentirnos amados? Cuando hoy leía Cantares, pensé cuántas acciones llevo a cabo para acercarme a Dios.
Le digo: -Dios, te amo, por eso voy a orar. Dios, te amo, por eso te canto alabanzas. Dios, te amo, por eso intento ser buena persona. Dios, te amo, por eso te sirvo. Dios, te amo, por eso, leo tu palabra…
En segundos, la lista se quebró ante cinco sencillas palabras: “Él me desea con ardor”.
¿Puedes creerlo? Desear con ardor quiere decir “no puedo evitarlo, estoy apasionado por ti”. Otras versiones dicen “conmigo tiene su contentamiento”, “su cariño es para mí”, “él me desea”, “a mí tienden sus anhelos”, “los impulsos de amor lo atraen a mí”, “él me busca con pasión”…
¡Qué perspectiva tan distinta! ¿Crees que Dios te ama por lo que haces? ¿O más bien por lo que eres? El fuego del amor es una llama que Dios mismo ha encendido (Cantares 8:6).
Su amor no depende de ti, sino de Él. De Génesis a Apocalipsis, desde el principio y hasta el fin, Dios nos muestra su Amor porque Él es amor. Su perfecto amor te busca, te persigue, te encuentra y echa fuera tu temor. No hay nada mejor:
Yo dormía, pero mi corazón velaba, ¡Una voz! ¡Mi amado toca a la puerta! “Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía, pues mi cabeza está empapada de rocío, mis cabellos empapados de la humedad de la noche.” (Cantares 5:2).
[note note_color=”#fef0b4″]Este artículo fue una colaboración de Fran Sanchez.
Profesor de lengua en secundaria. Me apasiona aprender y enseñar. La Biblia es mi manual de instrucciones. Aprendo mientras sirvo y sirvo enseñando. » Sígueme en El blog de Francisco Sanchez o en Twitter @elblogdefran.[/note]